Hasta este punto hemos discutido 1) Los inicios del Plan de Felicidad del Padre Celestial, 2) Cómo Dios revela Su palabra y 3) Algunas de las antiguas profecías de la venida de Cristo. Mientras meditaba sobre qué compartir con ustedes a continuación, mis pensamientos volvieron a centrarse en los relatos personales de José Smith y las experiencias que tuvo con la oración y los seres celestiales. Siento que sería incorrecto no dedicar una publicación para tales relatos, ya que esto explica cómo José Smith fue llamado a ser profeta y abrió la puerta a mucha más revelación en nuestros días, incluido el Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo. Testifico que los profetas vivientes se comunican con Dios hoy. Quiero llevarlos de regreso a donde comenzó y compartir algunas de las propias palabras de José Smith de sus relatos.
A principios del siglo XIX, muchas personas recurrían a la religión para satisfacer sus anhelos espirituales y explicar las dificultades de la vida, incluso en las zonas rurales de Nueva York. "A pesar del gran amor expresado por los conversos de estas distintas creencias en el momento de su conversión, y del gran celo manifestado por los clérigos respectivos... siguió una escena de gran confusión y malos sentimientos —sacerdote contendiendo con sacerdote, y converso con converso— de modo que toda esa buena voluntad del uno para con el otro, si es que alguna vez la abrigaron, se había perdido completamente en una lucha de palabras y contienda de opiniones" (JSH 1:6). En esta región estaba José Smith, un muchacho de 14 años quien dice "invadieron mi mente una seria reflexión y gran inquietud" y deseaba "unirse" a una de las iglesias, pero "eran tan grandes la confusión y la contención entre las diferentes denominaciones, que era imposible... llegase a una determinación precisa sobre quién tenía razón y quién no" (vs. 8). En medio de esta guerra de palabras y tumulto de opiniones, José se preguntó si alguna de ellas tenía razón y cómo debería saberlo. José Smith, en la primavera de 1820 --- hace 200 años --- estaba leyendo en la Epístola de Santiago, primer capítulo y quinto versículo, que dice: Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche; y le será dada (Santiago 1:5). Dice el:
"Ningún pasaje de las Escrituras jamás penetró el corazón de un hombre con más fuerza que este en esta ocasión, el mío. Pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazón. Lo medité repetidas veces, sabiendo que si alguien necesitaba sabiduría de Dios, esa persona era yo; porque no sabía qué hacer, y a menos que obtuviera mayor conocimiento del que hasta entonces tenía, jamás llegaría a saber; porque los maestros religiosos de las diferentes sectas entendían los mismos pasajes de las Escrituras de un modo tan distinto, que destruían toda esperanza de resolver el problema recurriendo a la Biblia. Finalmente llegué a la conclusión de que tendría que permanecer en tinieblas y confusión, o de lo contrario, hacer lo que Santiago aconsejaba, esto es, recurrir a Dios." (vs. 12-13)
Fue entonces cuando José Smith fue a la arboleda a pedirle a Dios. Hasta el momento, nunca había intentado orar en voz alta. En esta ocasión, dijo que vio:
"Una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de [su] cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre [él]. Al reposar sobre [él] la luz, [vio] en el aire arriba de [él] a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos [le] habló, llamándo[le] por [su] nombre, y dijo, señalando al otro: Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!" (vs. 16-17)
A José Smith se le respondió que todas las sectas estaban equivocadas y que no se uniera a ninguna de ellas diciendo: "Con sus labios me honran, pero su corazón lejos está de mí; enseñan como doctrinas los mandamientos de los hombres, teniendo apariencia de piedad, mas negando el poder de ella.” (JSH 1:19; Isa. 29:13; 2 Timoteo 3:5)
A partir de entonces, hubo muchos que no solo no creyeron en el encuentro de José con nuestro Padre Celestial y Su hijo, Jesucristo, sino que hubo muchos que lo persiguieron y finalmente lo mataron. Dice él que ellos "no solo trató mi narración livianamente, sino con mucho desprecio, diciendo que todo aquello era del diablo; que no había tales cosas como visiones ni revelaciones en estos días; que todo eso había cesado con los apóstoles, y que no volvería a haber más" (vs. 21). Por ser tan joven y aparentemente insignificante como era, su testimonio rápidamente llamó la atención de muchos, algunos de mala manera.
Sin embargo, las ventanas de los cielos se abrieron verdaderamente para que José Smith recibiera más revelación y él no lo negaría. Continuó recibiendo mucha revelación a partir de ahí a lo largo de los años. El 21 de septiembre de 1823, José se había retirado a su cama por la noche y estaba orando para pedir perdón de sus pecados. Mientras estaba en el acto de invocar a Dios, descubrió que una luz aparecía en su habitación, que siguió aumentando hasta que la habitación estuvo más iluminada que al mediodía, cuando de inmediato apareció un personaje a su lado, de pie en el aire. Llevaba puesta una túnica suelta de una blancura exquisita. Sus manos estaban desnudas y los brazos también, un poco más arriba de las muñecas; y de igual manera sus pies, así como sus piernas, un poco más arriba de los tobillos. No solo tenía su túnica la blancura singular, sino que toda su persona era gloriosa más de lo que se puede describir, y su faz era como un vivo relámpago. Cuando José lo miró por primera vez, tuvo miedo; pero el miedo pronto se apartó. (vs.29-32)
El ángel llamó a José por su nombre y dijo que era un mensajero enviado de la presencia de Dios, y que se llamaba Moroni; que Dios tenía una obra para José; y que entre todas naciones, tribus y lenguas, se tomaría su nombre para bien y para mal, o sea que se iba a hablar bien y mal de él entre todo pueblo. Dijo que había un libro depositado, escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente así como del origen de su procedencia. También declaró que en él se encerraba la plenitud del evangelio cual el Salvador lo había comunicado a los antiguos habitantes. (vs. 33-34)
El ángel Moroni comenzó a citar las profecías del Antiguo Testamento. Citó parte del tercer capítulo de Malaquías; y también citó el cuarto o último capítulo de la misma profecía, aunque con una pequeña variación de la forma en que se lee en la Biblia. En lugar de citar el primer verso como se lee en nuestros libros, lo citó así:
"Porque, he aquí, viene el día que arderá como un horno, y todos los soberbios, sí, todos los que obran inicuamente, arderán como rastrojo; porque los que vienen los quemarán, dice el Señor de los Ejércitos, de modo que no les dejará ni raíz ni rama." (vs. 37)
Y nuevamente, citó el quinto versículo así:
"He aquí, yo os revelaré el sacerdocio por medio de Elías el Profeta, antes de la venida del grande y terrible día del Señor." (vs. 38)
También citó el siguiente versículo de manera diferente:
"Y él plantará en el corazón de los hijos las promesas hechas a los padres, y el corazón de los hijos se volverá a sus padres. De no ser así, toda la tierra sería totalmente asolada a su venida." (vs. 39)
Además de estos, citó el capítulo 11 de Isaías, diciendo que estaba a punto de cumplirse. También citó el tercer capítulo de Hechos, versículos 22 y 23, precisamente como están en nuestro Nuevo Testamento. Dijo que ese profeta era Cristo; pero aún no había llegado el día en que “toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo”, pero pronto llegaría." (vs. 40)
También citó el segundo capítulo de Joel, desde el versículo 28 hasta el último. También dijo que esto aún no se había cumplido, pero que pronto se cumpliría. Y declaró además que pronto entraría la plenitud de los gentiles. Citó muchos otros pasajes de las Escrituras y ofreció muchas explicaciones que no se pueden mencionar. (vs 41)
Mientras el ángel Moroni conversaba con José, se le abrió la visión de que podía ver el lugar donde se depositaban las planchas (que se llamarían el Libro de Mormón) y eso con tanta claridad y distinción que reconoció el lugar cuando lo visitó. Y el ángel dijó otras cosa también.
En el condado de Ontario, Nueva York, se encuentra una colina de considerable tamaño. En el lado oeste de este cerro, no lejos de la cima, debajo de una piedra de considerable tamaño, se encuentran las planchas, depositadas en una caja de piedra. Quitó la tierra, tomó una palanca y la levantó. Miró hacia adentro y vio las planchas, pero aún no se le permitió tomarlos. (vs.51-52)
El 22 de septiembre de 1827 llegó el momento de obtener las planchas (vs. 59). Los malvados buscaron destruirlos o usarlos para beneficio personal. Pero a pesar de la amarga persecución, las planchas se mantuvieron seguras por la providencia divina hasta que pudieran ser traducidas por el don y el poder de Dios, y más tarde "el mensajero llegó por ellos" y se las "entregó" al ángel de nuevo. (vs 60)
En un breve período de tiempo, ocurrió el proceso milagroso de traducir las planchas de oro, del cual no daré una descripción completa en esta publicación de blog. Basta decir que José Smith los tradujo por el don y el poder de Dios y hay testigos, entre ellos su esposa, Emma, y varios escribientes que testificaron de este proceso fluido, tan desafiante como sería para un joven campesino hacerlo de esa manera. ¡en poco tiempo como 65 días! Los invito a leer el Libro de Mormón y tener en cuenta que fue traducido en poco más de 2 meses. Esta es una hazaña que ningún autor de ficción podría lograr, y José no era un escritor educado ni hábil. Él no podría haberlo escrito y no podría ser ficción. Sé que es un verdadero registro antiguo, revelado a José Smith por un ángel del Señor y traducido por el don y el poder de Dios.
La traducción del Libro de Mormón se terminó en junio de 1829. Después de mucho sacrificio por parte de muchas personas fieles, se recaudaron los fondos y los medios para publicar el Libro de Mormón en marzo de 1830. Poco después, el 6 de abril de 1830 , la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se organizó oficialmente en el oeste de Nueva York.
Vivimos en la última dispensación, la Restauración del cumplimiento de los tiempos. El Libro de Mormón es evidencia de esto. Pero el Libro de Mormón y la visita del ángel Moroni no fueron las únicas revelaciones. Hubo muchos más eventos, revelaciones y visitas de otros mensajeros angelicales que ocurrieron en el lapso de menos de 20 años. Hablaré sobre algunos de estos eventos angelicales en mi próxima publicación de blog y su importancia para ti y para mí.
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