"El trabajo de restauración no puede comenzar hasta que un problema se enfrenta por completo"
--- Dan B. Allender (Terapeúta Cristiana, Profesor, & Autor; 1952 - Presente)
Hay pocos temas del evangelio que envuelvan mi corazón con tanta intensidad y profundidad como la restauración del evangelio de Jesucristo. Tengo un testimonio de que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es verdadera y la única iglesia que Jesucristo dirige (Vea "Testimonios y Entrenadores"). Esta publicación explorará por qué hay tantas iglesias cristianas hoy en día, por qué importa al cúal pertenecemos, y cómo podemos llegar a saber por nosotros mismos que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la misma iglesia que Jesucristo organizó en antigüedad. Creo firmemente que cualquiera que quiera saber por sí mismo si la iglesia y el evangelio son verdaderos, puede llegar a saberlo mediante la oración humilde, el estudio de las Escrituras y la experimentación con la palabra. Esta es mi invitación para ti.
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*** También quisiera invitarte a revisitar mi publicación, "Un Señor, Una Fe, Un Bautismo" para una discusión sobre "la religión organizada"
Nota: Esta publicación es una continuación directa de la previa, "El Ministerio de Cristo"
TRIBULACIÓN Y PRESECUCIÓN
Aquellos a quienes Jesús nombró con la autoridad del sacerdocio, es decir, los Apóstoles, (Mateo 10:1; "El Ministerio de Cristo" y "El Sacerdocio") salieron a predicar la salvación por medio de Cristo y qué hacer como consecuencia de su fe. Y lo hicieron. Muchos creyeron, se arrepintieron y fueron bautizados en la Iglesia (Hechos 2:37-38, 41-42, 47); la palabra "iglesia" se usa más de cien veces entre el libro de los Hechos y el Apocalipsis. La membresía de la iglesia no se volvió perfecta, no en la práctica ni en la comprensión de un día al otro. De hecho, nunca lograron la perfección. Fue justo debido a la necesidad de instrucción apostólica que se escribieron tantas epístolas a los corintios, a los efesios, etc. Se necesitaba un líder autorizado para mantenerles en el camino estrecho y angosto.
Algunos se rebelaron abiertamente contra los santos [1] de la iglesia encarcelando a algunos o matando a otros (Hechos 7:58-60, 12:2). La persecución de los justos no era nada nuevo (Mateo 21:33-43). Los injustos siempre se oponen a los justos. Lo leemos en el Antiguo Testamento y lo leemos en el Nuevo Tesamento. Duró a lo largo de la vida de Jesucristo. El primer ejemplo del Nuevo Testamento, Herodes había tratado de matar a Jesús cuando era un niño porque pensaba que Jesucristo "amenazó" su reinado (Mat. 2:13) porque no entendía que "[Su] reino no es de este mundo" (Juan 18:36). Ya hemos mencionado a los fariseos, saduceos, sacerdotes principales y escribas que se unieron a lo largo del ministerio de Jesucristo para acusarlo y matarlo también (Lucas 22:2; Juan 7:1). Cuando Cristo "fue elevado" al cielo después de Su resurrección (Hechos 1:9-11), las amenazas cayeron sobre los discípulos, exactamente como Jesús había profetizado, y les conducía hacía a una apostasía.
LA GRAN APOSTASÍA
Cuando las personas o grupos de personas se apartan de los principios del Evangelio, se encuentran en un estado de apostasía. Debido al largo tiempo que duró la apostasía que siguió la muerte de los Apóstoles, se la conoce como "La Gran Apostasía". Las apostasías ocurrieron en todo el Antiguo Testamento cuando la gente rechazó a los profetas hasta que Dios llamó a otro profeta (Ver "El Retorno del Rey: Parte 2"):
"Entonces os entregarán para ser afligidos y os matarán; y seréis aborrecidos por todas las naciones por causa de mi nombre. Y muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará." (Matt. 24:9-12)
Muchos profetas hablaron de la apostasía que vendría, incluido el apóstol Pablo, quien escribió:
"Pero os rogamos, hermanos, en cuanto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y a nuestro recogimiento con él, que no cambiéis fácilmente vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. No os engañe nadie de ninguna manera, porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición..." (2 Tes. 2:1-3)
De hecho, los creyentes fueron perseguidos casi de inmediato. Saulo, más tarde llamado Pablo, estuvo entre esos perseguidores antes de su conversión y unión a los Apóstoles, posiblemente llenando la vacante de Santiago después de su martirio (Hechos 12:2) u otro Apóstol. Él también profetizó una apostasía. Pedro y Juan fueron encarcelados varias veces (Hechos 5:18; 12:5-7). E incluso aquellos involucardo con los esfuerzos misionales de los Apóstoles, como Esteban, fueron asesinados, apedreados hasta la muerte (Hechos 7:54-60). Finalmente, todos los apóstoles fueron asesinados o expulsados uno por uno. Pedro fue crucificado boca abajo (Juan 21:18-19), Juan el Amado fue exiliado a la isla de Patmos (Apocalipsis 1:9), y así sucesivamente; aunque no se especifica en la Biblia, el hecho histórico está claro de su exterminio completo [2] (la mayoría de ellos por crucifixión). Esto no es ninguna sorpresa. El diablo combate contra los justos porque ese era su objetivo desde el principio, que todos fueran miserables como él. (Vea "El Retorno del Rey: Parte 1")
El líderazgo que Jesucristo mismo preparó y autorizó se acabó. Sin embargo, no todos los cristianos fueron asesinados, si fuera así, no habría cristianísmo hoy en día. Por ejemplo, algunos obispos locales entre otros [3], sobrevivieron la persecución inicial. Estos obispos operaban en sus respectativas áreas locales, pero como ya mencionamos, los Ápostoles, quienes eran "sus jefes" encargados de todo el mundo batallaban por corregir la confusión y otros problemas que ya existía entre los creyentes. Con la muerte de los Apóstoles, estos problemas empeoraron y no había nadie para mantenerlos en la doctrina y práctica correcta. Sin profeta y apóstoles que tenían la autoridad del sacerdocio para dirigir los asuntos de toda iglesia, se desviaban la gente. Eso no quiere decir que la fe o experiencias espirituales personales cesaron por completo, sino que se cortó la conneción directa entre el mundo y el cielo. Se perdió el sacerdocio y la revelación directa con Jesucristo. Sin el pegamento del liderazgo del sacerdocio, la iglesia caída se deshizo como un jarrón en fragmentos.
Esa autoridad espiritual para dirigir el reino de Dios que llamamos "las llaves del sacerdocio" fueron quitados de la Tierra (Ver "El Retorno del Rey: Parte 4.2"). Algunas personas con buenas intenciones intentaron efectuar ordenanzas como el bautismo pero faltaban la autoridad y poder para hacerlo en los ojos de Dios (Ver "El Bautismo Por Immersión"). No podrían perpetuarse con la autoridad de Dios, no podría haber un liderazgo eclesiástico autorizado, y la iglesia, tal como la había establecido Cristo dejó de exisitir. Las enseñanzas y las filosofías fabricadas de los hombres comenzaron a desangrarse en verdades puras como la tinta en el papel mojado hasta que se convirtieron en verdades parciales inelegibles, suposiciones incorrectas o mentiras inventadas (Ver "Qué Es La Verdad? Ciencia y Fe"). No diré que todas las filosofías o enseñanzas de los hombres sean maliciosas, pero cuando se aceptan como verdades bíblicas, aunque incongruentes, u opuestas a verdades y doctrinas espirituales, son como billetes falsas que contamina e impone lo que es real y de valor legítimo. Aunque las intenciones de muchas personas religiosas eran buenas, eran incapaces de restaurar la autoridad del sacerdocio y la consecuente doctrina pura que se había perdido. Se las arreglaron para mantener a flote algunas verdades preciosas, pero las otras se hundieron (Ver "La Santa Biblia: Un Testamento de Jesucristo"). Se perdieron verdades básicas como el conocimiento de la naturaleza de Dios como una persona separada del Hijo y del Espíritu Santo, por nombrar uno. (Ver "Una Voz Apacible y Delicada")
Esta fue la época profetizada --- La Gran Apostasía --- este tiempo de verdad perdida, ausencia de profetas y el sacerdocio y duró casi 1800 años antes de que Dios volviera a nombrar a otro profeta.
LA RESTAURACIÓN Y LA PRIMERA VISIÓN
En el año 1820, hubo un clímax de excitación religiosa en los Estados Unidos. La diversidad de muchas iglesias que existen hoy se origina en las muchas reformas que intencionalmente trataron de corregir otras iglesias debido a la obvia discordancia de doctrina. [4]
Pero a pesar de todas estas "reformas" o "nuevas ediciones", había necesidad de una restauración. Como una rompecabezas le faltaban piezas que solo Dios mismo podía proveer. La restauración es devolver algo a su estado anterior u original. Restaurar una mesa, por ejemplo, requeriría colocar las mismas patas que perdió, no reemplazarlas por otras nuevas. Para ser la misma iglesia que organizó Jesús, tuvo que recuperar todas sus partes originales, no ser una iglesia reformada o inventada.
Muchas personas estaban investigando la religión en el siglo XIX tal como lo hacen hoy. Uno era un niño de solo catorce años, llamado José Smith. José Smith era un niño normal que vivía en el entonces campo rural de Nueva York. En sus propias palabras, él fue, “privado del beneficio de una educación, basta decir que fui instruido en lectura y escritura y las reglas básicas de la aritmética” sólamente instruido por su familia que no podía pagar la escuela. Provenía de una familia humilde de nueve niños que tenían una granja, creían en Dios y leían la Biblia. Pero a diferencia de la mayoría de los niños de su tierna edad, José tenía el más profundo deseo de saber por sí mismo cuál de todas las denominaciones religiosas era la correcta.
**Lean la cuenta propia de José Smith aquí.
Todas las iglesias intentaron convencerlo para que se uniera a su congregación, muchas de ellas de la manera más cruel y pretenciosa. Pero en lugar de proporcionar respuestas, estas iglesias confundieron a José aún más. No pudo encontrar ninguna solución por medio de mirar a su alrededor y preguntarle a los demás porque cada uno dijera que su propia iglesia era la correcta. Lo mismo podría decirse de muchos hoy. Quizás puedas identificarte.
José buscó respuestas de la única fuente confiable que conocía, la Biblia; consideres de nuevo que leer no era algo sencillo para un joven campesino sin educación (¿Alguna vez has tratado de entender la Biblia? Intentes hacerlo sin saber apenas cómo escribir). Finalmente, después de mucho tiempo y reflexión, llegó al libro del Nuevo Testamento de Santiago 1:5, “Si alguno de vosotros falta sabiduría, pídala a Dios”.
Tan fuerte fue la impresión que le vino al corazón que finalmente decidió poner a prueba este pasaje de las Escrituras. Pedirle a Dios una respuesta.
Era la primavera, recién saliendo del frío invierno. Se retiró a una arboleda cerca de su casa, se arrodilló y comenzó a orar en voz alta. Fue el primer intento que jamás hizo de orar en voz alta. Durante su oración, sobre él en el aire apareció Dios el Padre junto a Su Amado Hijo Jesucristo resusitado, en una columna de luz. Dios le habló a José llamándolo por su nombre y lo presentó al Señor diciendo: “Este es mi Hijo amado, escúchalo”. ¡José Smith los vio y habló con ellos cara a cara! Jesús explicó que José no debería unirse a ninguna de las sectas existentes y que todos sus credos eran una "abominación" a Su vista. En cambio, se le ordenó a José que participara en la restauración de lo que se había perdido en la Apostasía: el reino en la Tierra con profetas, doce apóstoles y la autoridad del sacerdocio (Ver "El Retorno del Rey: Parte 4.1"). Te testifico que esa iglesia es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Esta ocasión fue la primera de muchas visiones desde la Gran Apostasía, razón por la cual los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se refieren a ella como "La Primera Visión".
LA IGLESIA DE JESUCRISTO HOY
Dios sí nos ama y continúa hablando a través de Su profeta hoy, tal como lo hizo en la antigüedad. Actualmente, su nombre es Russell Nelson (2022) y cuando muera, Dios nombrará a otro profeta cuando siempre (Ver "Profetas y Llamamientos"). Jesucristo permanece a la cabeza (Efesios 4:15) dirigiendo Su reino como Dios el Padre así lo desea, con el propósito de prepararnos para regresar a Su presencia. Es Dios el Padre y el Salvador a quienes adoramos solamente. Aunque sabemos que nuestro destino y el propósito de nuestra creación es llegar a ser como Dios (Ver "La Vida Eterna"), Dios será para siempre a quien adoramos, el Dios Altísimo (Génesis 14:18-20; Dan. 3:26; Hechos 16:17; Heb. 1:1; 1 Ne. 11:6; 3 Ne. 11:17), porque así Él manda. Eso es el mensaje tanto de la Biblia como el Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo. El primero de los diez mandamientos dados a Moisés hace miles de años permanece activo: “No tendrás otros Dioses delante de mí” (Éxodo 20:3) al igual que los otros.
La restauración del evangelio es el mensaje central que los misioneros de la Iglesia comparten con el mundo. Solo superada por la expiación de Jesucristo, creo que esta es la noticia más verdadera e importante de nuestra época, porque la vida eterna depende de lo que significa tener esta unión entre nosotros y el Cielo restaurada. Es la principal diferencia entre la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y cualquier otra religión. La inmortalidad es como un trofeo de participación, pero no es el premio completo y Dios espera que todos elijamos aceptar el premio supremo mediante la obediencia deliberada, el arrepentimiento manso y el fiel cumplimiento de los convenios en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Testifico que a igual de José Smith, todos somos capaces de conocer la verdad por nosotros mismos si oramos humildamente al Padre Celestial para direción. Dios no es un Dios de confusión. Al esforzarnos a seguirle a Él, Él nos ayudará. Y ésta es mi invitación para tí, que no necesitas tomarme a mi palabra, pero que lo traigas al Señor y actúes en fe.
<<-- Previamente: "6. El Ministerio de Cristo"
Sigue: "8. Profetas y Llamamientos" -->>
Notas al pie:
[1] A los primeros miembros de la iglesia se les referían como "santos". Hay amplia evidencia de esto en todas las epístolas. Hechos 9:32; Rom. 1:7; 15:25; 1 Cor. 1:2; 2 Cor. 1:1; Ef. 1:1; 2:19; 4:12. Debido a que estamos en los últimos días que preceden al regreso de Cristo para reinar como Rey, nos referimos a nosotros mismos como Santos de los Últimos Días.
[3] Un obispo recibió su autoridad de los Apóstoles para tener jurisdicción solo sobre la congregación a la que fue asignado. Sin los Apóstoles, no se podrían ordenar más Obispos con autoridad, así que cuando no hubo más Obispos llamados por los Apóstoles, la Apostasía se completó.
[4] Doctrina proviene del verbo latino docere, que significa "enseñar". El significado aquí es "algo que se enseña como verdad".
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