"Dar no se trata solo de hacer una donación. Se trata de marcar la diferencia"
--- Kathy Calvin (Ex presidenta y directora ejecutiva de la Fundación de las Naciones Unidas; 1949 - Presente)
No repartimos una bandeja para donaciones en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El diezmo es diferente y mucho más personal y confidencial. Mientras que el mundo solo ve dinero, el mandamiento del diezmo se basa en los principios eternos de la fe, el sacrificio personal y el desinterés. Junto con las ofrendas de ayuno, estas donaciones que hacen los miembros fieles de la Iglesia permiten brindar una variedad de servicios y ayuda en todo el mundo, a personas de todas las religiones, nacionalidades, etc. El diezmo es una fuente necesaria de bien en el mundo y el bien que hace excede su peso en oro.
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Cuando comencé a escribir esta publicación, no anticipé cuánto tenía que decir sobre este asunto. El folleto que usan los misioneros para enseñar el diezmo es el más pequeño de los seis folletos principales (Aproximadamente 12 páginas o 6 páginas de anverso y reverso en inglés). La portada representa el historia del joven rico. Le pregunta el joven a Jesús: "Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?" (Mat. 19:16), seguido de la pregunta, "¿Qué más me falta?" (vs. 20). Jesús responde: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme..." (vs. 21). Pero cuando el joven oyó esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Ser rico no es pecado, pero valorarlo más que el prójimo debería hacernos reevaluar nuestras prioridades.
El diezmo es algo que la sociedad materialista se apresura a burlar porque lo ven como una pérdida financiera y son ajenos a las bendiciones. El mundo envidia la riqueza y el poder; piense en los grandes males del mundo alimentados por la falta de riqueza y poder. Pero aquellos que entienden los principios y propósitos del diezmo tienen una perspectiva y una apreciación que va más allá de la piel. En contraste con las muchas atrocidades que financia el dinero, el diezmo financia e invierte en cosas de valor para el alma eterna. En verdad, lo considero evidencia de la verdadera Iglesia de Cristo en la Tierra hoy. Así es como la Iglesia puede llevar las bendiciones del evangelio a tantos.
UN MANDAMIENTO ANTIGUO Y ACTUAL
¿Qué es el diezmo? Diezmar significa literalmente dar una décima parte. Cuando obedecemos la ley del diezmo, damos voluntariamente el 10% de nuestros ingresos a la iglesia del Señor (¡lo que significa que aún nos quedamos con el 90%!). El diezmo se considera fondos sagrados, incluso los fondos del Señor. Malaquías del Antiguo Testamento dijo:
"¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas... Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." (Mal. 3:8,10)
¿Dios necesita nuestro dinero? ¡Por supuesto que no! Sin embargo, nosotros necesitamos las bendiciones que provienen del diezmo tanto directa como indirectamente.
Deseo enfatizar aquí lo que dice Malaquías con respecto a los diezmos y las ofrendas que fue lo suficientemente importante como para que el Señor Jesucristo resucitado lo repita en el Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo a los nefitas (3 Nefi 24:8,10). El diezmo es un mandamiento, sí, pero viene con una promesa, una promesa que se corresponde con la primera promesa profética dada a través de Lehi: “Si guardáis mis mandamientos, prosperaréis en la tierra” (1 Nefi 4:14). Piense en lo que está diciendo Malaquías, ¡aquellos que obedezcan la ley del diezmo recibirán bendiciones más allá de su capacidad para recibirlas en su totalidad! Cuando los discípulos de Jesús arrojaron obedientemente su red en "el lado derecho del barco... no pudieron sacarla por la multitud de peces" (Juan 21:6). Ahora, eso no quiere decir que siempre seremos bendecidos financieramente, aunque a veces ese es el caso, pero no pagamos el diezmo con la esperanza de hacernos ricos; esa es una razón equivocada. Pero he sido testigo de bendiciones tanto temporales como espirituales, y sé que nuestros tesoros en el cielo son seguros. Mi familia nunca ha sido rica, pero siempre hemos tenido nuestras necesidades satisfechas.
Diezmar no es algo nuevo. Los relatos bíblicos hablan del diezmo desde el libro de Génesis cuando Abraham (entonces todavía conocido como Abram) dio diezmos al sumo sacerdote Melquisedec (Génesis 14:18-20). Si bien es cierto que no todo el diezmo siempre fue o es monetario, donde no tenemos dinero para dar, el Señor sigue pidiendo que demos de lo que tenemos. Tal vez, como Pedro, decimos: “No tengo plata ni oro; mas lo que tengo te doy…” (Hechos 3:6). Todos pueden y deben dar de sí mismos: su tiempo, talento y corazón al servicio y la bendición de la vida de los demás. Como dice el Capitán Jack Sparrow, "No todo el tesoro es plata y oro, amigo".
Aunque el diezmo es un mandamiento, como todos los mandamientos, cada uno de nosotros tiene nuestro albedrío para obedecer o desobedecer (Ver "La Obediencia: Un Signo de Amor"), aunque aquellos que retienen un diezmo honrado no pueden ir al templo. Pero tampoco podemos entrar al templo por desobedecer otros mandamientos como la Palabra de Sabiduría o la Ley de Castidad, por lo que la ley del diezmo no debería ser una excepción. El templo es un lugar sagrado que requiere que estemos en armonía con el Evangelio restaurado, y esperar la entrada sin guardar los mandamientos frustra el propósito de lo que el templo representa como un lugar para hacer y guardar convenios (Ver "Templos: Lugares Sagrados"). Por esa razón, es correcto que usted sea un pagador honesto del diezmo íntegro para entrar al templo. No se trata de una contribución económica, es una cuestión de obediencia honesta a un mandamiento de Dios que representa la fe y el sacrificio.
DONACIONES Y USOS
Todas las donaciones se mantienen confidenciales. No hacemos “nuestra limosna delante de los hombres, para ser vistos por ellos”, por así decirlo (Mat. 6:1-4). No llamamos la atención sobre nosotros mismos, y ciertamente no pasamos una bandeja de donaciones para que todos la vean. Tradicionalmente, las donaciones físicas se colocan en lo que simplemente se conoce como un “sobre de diezmos”, aunque se está volviendo más popular enviar el diezmo electrónicamente en línea. Una hoja de donación, como la que ve a la derecha, se usa para registrar cada donación para que los registros de la iglesia sean responsables y precisos, así como para los registros personales del donante. La única persona que ve el dinero es el secretario de finanzas del barrio, que sigue protocolos estrictos para manejar los fondos sagrados que se depositan ese mismo día en las oficinas de la Iglesia (Ver "Organización de la Iglesia"); ni un centavo se utiliza para salario ni para uso personal. Al final del año, tienes una entrevista con un miembro del obispado del barrio que le dará a cada donante una "Declaración de diezmos", que es una especie de recibo que muestra lo que donaron y que simplemente pregunte si la declaración es correcta y si pagaron el diezmo íntegro. No importa si nuestro diezmo asciende a mucho o poco. Nadie rastrea cuánto gana; estás tomado en tu palabra. Lo que importa es nuestro compromiso y honestidad con el Señor.
El diezmo se usa para “edificar el reino de Dios en la Tierra". El diezmo se usa en su totalidad para pagar las operaciones de la iglesia, tales como: construir y mantener capillas para adorar, templos para hacer convenios, proporcionar a los misioneros materiales como el Libro de Mormón y folletos para distribuir al público sin costo alguno, para apoyar los esfuerzos educativos de la iglesia (como BYU, seminarios y programas de institutos), las operaciones de los CCMs, el trabajo de genealogía y otras cosas. La iglesia solo gasta lo que es necesario porque los fondos del diezmo representan los sacrificios de muchas personas. Todos estos usos, en última instancia, se reducen a necesidades espirituales y bendiciones eternas.
BENDICIONES
El diezmo podría considerarse una de esas "obras" de las que hablamos (Santiago 2:17-18). ¿Por qué? Porque es una manifestación externa de nuestro compromiso interno con el Señor. Es una expresión de humildad, gratitud, amor, obediencia y sacrificio. Sé que se necesita mucha fe para dar algo que no solo es deseable, sino que también es necesario para pagar las necesidades de la vida. El diezmo no pretende ser una carga para el creyente. Tiene la intención de edificar la fe en Dios porque nos recuerda que debemos ponerlo a Él antes que a nosotros mismos. Dijo el Señor:
"No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan ni juntan en alfolíes; y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?" (Mateo 6:25-26)
Algunas bendiciones llegan ahora, otras llegan con el tiempo. El Señor provee para sus hijos, lo que a veces incluye el almacén del obispo. Sin embargo, en última instancia, la autosuficiencia tanto temporal como espiritual es una misión clave de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
DONDE ESTE VUESTRO TESORO...
Recuerde las multitudes de ricos que echaban dinero en tesoro para ser visto por la gente. Y vino una viuda pobre que echó dos blancas, que son un quadrante (una suma de menos de medio centavo en moneda estadounidense). Dijo Jesús de la escasa donación de esta viuda:
“Esta viuda pobre echó más que todos los que han echado al arca, porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.” (Marcos 12:41-44)
Dos blancas (en griego lepta, plural de leptón) valen juntos un quadrans, la moneda romana más pequeña. Un leptón (que significa “pequeño” o “delgado”) era la moneda más pequeña y menos valiosa en circulación en Judea, con un valor de aproximadamente seis minutos de un salario diario promedio. Los leptones solían ser de bronce o de cobre. A partir de este breve contexto histórico, espero que comprendan cuán insignificante era el valor financiero que tenían esta dos blancas y, sin embargo, Cristo alaba su donación, no por su cantidad sino por su devoción a Dios, independientemente de su condición social y circunstancia.
Mientras estamos en el tema de la moneda, permítanme introducir algunos pensamientos adicionales sobre la parábola de los talentos. En este contexto bíblico, un talento era una unidad griega de peso en plata que se usaba como unidad monetaria. El valor de un talento era de unos veinte años de trabajo realizado por una persona corriente. Según los estándares contemporáneos, el valor de un talento sería de aproximadamente 300,000 dólares (5,944,728 pesos) en el curso de veinte años. Así que incluso el que recibió solamete un talento en la parábola recibió una generosa mayordomía. Solo menciono esto para ayudarte a apreciar la parábola. Ya he usado esta parábola para explicar que no fue la cantidad sino la negligencia lo que marcó al que no tuvo ningún aumento más allá de lo que había recibido como un "siervo malo." (Mateo 25)
Mientras que el mundo mira la apariencia exterior, Dios mira el corazón (1 Sam. 16:7). Él no pide que demos la totalidad de nuestros ingresos, el diez por ciento es solo una fracción, pero como cualquier mandamiento, la pureza de corazón es lo que hace que la ofrenda sea aceptable ante el Señor. El profeta del Libro de Mormón, Alma, dijo:
"...El pueblo de la iglesia diera de sus bienes, cada uno de conformidad con lo que tuviera; si tenía en más abundancia, debía dar más abundantemente; y del que tenía poco, solo poco se debía requerir; y al que no tuviera, se le habría de dar. Y así debían dar de sus bienes, de su propia y libre voluntad y buenos deseos para con Dios..." (Mos. 18:27-28)
Sé que hay sabiduría en el mandamiento de diezmar. Sé que nos bendice y edifica el reino de Dios porque no solo soy testigo de él, sino que también soy receptor de las bendiciones que da y proporciona. Sé que los principios de sacrificio y caridad que representa están en el centro de todo. Las cosas materiales son bonitas pero son solo cosas temporales. Espero que a todos aquellos a quienes el Señor les pregunte: "¿Me amas más que [estas cosas]?" podrá responder honestamente de corazón “Sí, Señor; tú sabes que te amo” y demuestra ese amor a través de los hechos, no solo de la palabra. (Juan 21:15-17). "Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón". (Mateo 6:21)
Al final del ministerio terrenal de Cristo, sus oponentes vinieron primero a tentarlo con una pregunta cuidadosamente diseñada con la esperanza de engañarlo (Mat. 22:15-17). Le preguntaron si era lícito dar tributo al César o no. Si decía que sí, molestaría a los judíos que ya estaban desgraciadamente sujetos a los romanos. Si decía que no, sería acusado de infringir la ley fiscal. Les pidió que trajeran una moneda de tributo que también se llama un denario, una moneda romana de plata estándar (con un valor de alrededor de 75 centavos estadounidenses o 15 pesos mexicanos en la actualidad). El denario era el salario diario de un soldado o un trabajador no calificado. Y luego tenías el impuesto anual del templo pagado por los judíos que era de dos dracmas, o un didrachma (aproximadamente el salario de dos días). Jesús, en su sabiduría, preguntó del denario: "¿De quién es esta imagen y la inscripción?" Ellos respondieron: "De César", a lo que Él luego declaró claramente: "Dad, pues, al César lo que es de César; y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22:19-21). Jesús hizo al menos dos puntos aquí: que la sociedad debía obedecer la ley de la tierra y también dar a Dios lo que es de Dios. ¿Qué es de Dios? Pues, en resumen, todo lo es. El es el creador. El es el Dador. Él es nuestro amoroso Padre Celestial. Pero así como los judíos tenían que pagar tributo y diezmar (Mat. 23:23), nosotros también lo hacemos porque el diezmo pertenece a Dios. (Mal. 3:8)
OFRENDAS DE AYUNO Y AYUDA HUMANITARIA
Las ofrendas de ayuno son diferentes. Definimos el ayuno como la abstinencia de alimentos y bebidas durante un tiempo (generalmente dos comidas consecutivas). Cuando ayunamos, también damos una donación voluntariamente, pero no hay una especificación sobre la cantidad (Ver "Ayuno y Rápido"). El donante puede dar tanto o tan poco como considere apropiado, aunque el estándar es el costo de lo que de otro modo habría comido. La diferencia entre el uso del diezmo y las ofrendas de ayuno es que las ofrendas de ayuno se utilizan para cuidar a los pobres y necesitados, y para ayudar en los esfuerzos humanitarios locales y globales. Se nos anima a donar tan generosamente como nos lo permitan nuestras circunstancias. Ni siquiera podría darles una estimación de cuántos millones de personas han sido bendecidas, miembros o no de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, debido al apoyo que brindan las ofrendas de ayuno.
Creemos en el servicio. Los invito a descubrir los vastos esfuerzos humanitarios en 195 países proporcionados por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días si así lo desean (https://www.latterdaysaintcharities.org/). Los invito a que lo hagan por su propia elección porque no nos jactamos de tales cosas por popularidad o elogios. Creemos en hacer el bien a todos; cuidando de los enfermos y afligidos, los pobres, los hambrientos, los solitarios. Innumerables voluntarios de todo el mundo se unen para dar su tiempo y energía para ayudar con cualquier cosa, desde la recuperación de desastres naturales, a proyectos de agua potable en África, a la producción de alimentos, a cualquiera de los 2500 programas. Muchos actos del servicio diario a menudo no se ve, pero eso no hace que el servicio de nadie sea menos maravilloso. Y todo este servicio es posible gracias a las contribuciones voluntarias y desinteresadas de las ofrendas de ayuno y otros sacrificios personales.
El diezmo y las ofrendas de ayuno tienen un propósito. Son fondos sagrados con un propósito sagrado. Una vez más testifico que la cantidad de lo que damos no es el punto. El caso es que el Señor quiere que nos olvidemos un poco y pensemos un poco más en los demás. Hacemos cosas increíbles cuando nos unimos. El dinero es neutral. Lo que hacemos con él lo convierte en bueno o malo.
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