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35. Feliz CumpleaƱos

  • Writer: L Rshaw
    L Rshaw
  • May 15, 2021
  • 5 min read

Updated: Apr 16, 2022

Recordemos que lleguĆ© a Monterreal, Rio Bravo el 17 de septiembre. La semana siguiente, el 25 de septiembre, cumplĆ­ diecinueve aƱos. Uno de los asistentes del Presidente Morales, el Ɖlder Rawle, nos acompañó por el dĆ­a para supervisar nuestro trabajo. Solo se enteró de mi cumpleaƱos despuĆ©s del hecho, que fue fortuito.

El 24 de Septiembre, 2014.

Se reunió con nosotros inmediatamente después de nuestra Conferencia de Zona. La noticia de su visita era de un día para otro, por lo que no tuvimos tiempo de acomodar espacio en nuestra pequeña "casa" (Ver mi publicación "1er Ôrea: Monterreal, Río Bravo" para la descripción completa). A falta de una tercera cama para dormir, se acostó en nuestro duro piso de baldosas para pasar la noche, y la familia que vivía debajo de nosotros le proporcionó algunas mantas y almohadas.


Sinceramente, no recuerdo mucho de su tiempo con nosotros. Todo lo que recuerdo es que el Ɖlder Rawle y el Ɖlder Howard contactando la gente en la calle. Cada uno se turnó para compartir su testimonio y, luego, me miraron para decir algo. Ā”CUALQUIER COSA! No deseo poner excusas, pero aĆŗn no se me soltó la lengua. DeberĆ­a haber compartido un testimonio simple, pero era demasiado tĆ­mido para intentarlo. No querĆ­a la reacción que la niƱa en mi primera cita misional me dio (ver "Llegar a Ser Como Un NiƱo PequeƱo").

Lo que sí recuerdo es estar en nuestra cita para el almuerzo del día en el "patio trasero" de la casa de una hermana del barrio. Tengo un video de este patio que pueden ver en mi publicación "Intercambios". Su "patio trasero" era un patio rodeado de antigüedades oxidadas como herraduras, linternas, jaulas de pÔjaros, sartenes y chucherías que quitaban el aliento. Era un día nublado con una brisa decente. Un roble gigante dominaba la mesa de cristal en la que estÔbamos comiendo. Con una rÔfaga de viento, una bellota cayó del Ôrbol y aterrizó con un fuerte golpe en uno de nuestros vasos. Parece tan servil ahora, pero en ese momento era impresionante y cómico que una bellota tuviera la "precisión" para alcanzar un objetivo tan pequeño como un buceador en un circo.


Era la noche antes de mi cumpleaƱos y el Ɖlder Rawle querĆ­a hacerlo especial, asĆ­ que despuĆ©s de algunas llamadas telefónicas y por alguna "brujerĆ­a", logró que nos entregaran pizza, lo cual parecĆ­a una gran hazaƱa considerando que la pizzerĆ­a mĆ”s cercana estaba en el centro de Rio Bravo. Pero lo hizo. Creo que intentamos pedir pizza antes, pero por una razón u otra, no pudimos conseguir que nos entregaran a pesar de que estĆ”bamos a solo dos millas de distancia. A pie, dos millas se sienten como una eternidad, lo que hizo que el centro de la ciudad se sintiera mĆ”s lejos de lo que estaba.


QuerĆ­a ser el primero en desearme feliz cumpleaƱos a la maƱana siguiente, pero en la pecera a la estación para dejarlo, la esposa del Presidente Morales lo llamó, y me felicitó. No la entendĆ­ bien porque yo estaba tan nuevo y gringo y la pecera era mĆ”s ruidosa cuando nuestra llamada terminó abruptamente, pero agradecĆ­ el gesto. Es una cosa pequeƱa, pero la Hermana Morales era verdaderamente el corazón de la misión. El Ɖlder Rawle estaba bastante desanimado porque ella lo habĆ­a ganado. Me pareció muy dulce de su parte felicitarme ademĆ”s de todos los demĆ”s asuntos que hacĆ­a en las oficinas. Grandes personas se preocupan por uno.

La semana despuĆ©s de llegar, mĆ”s especĆ­ficamente nuestro primer lunes, tuvimos nuestra reunión de distrito semanal para discutir juntos cómo ayudar a las personas a las que estĆ”bamos enseƱando a progresar y generalmente recibir capacitación sobre cómo ser mejores misioneros. VolvĆ­ a ver al Ɖlder Johnson y me sentĆ­ muy aliviado al ver un rostro familiar entre una docena de extraƱos hispanohablantes. DespuĆ©s de nuestra reunión de zona, el Ɖlder Adams trajo dos pequeƱos pasteles helados de chocolate: uno para mĆ­ y otro para otro Ɖlder. Cantaron una canción que no me era familiar: Las maƱanitas.


Sin mĆ”s preĆ”mbulos, el Ɖlder Adams me dijo que le diera un mordisco a la esquina del pastel. No fui tonto de nadie. SabĆ­a a dónde iba esto, pero eran persistentes, asĆ­ que entrĆ© mientras todos cantaban como si fuera un ritual, ā€œMordidaā€, tratĆ© de ser rĆ”pido, pero el Ɖlder Adams metió con Ć©xito mi cara en el pastel, con glaseado de chocolate y todo asfixiando mi cara como una mĆ”scara de aguacate. Todo fue muy divertido. Me sentĆ­ especial de que supieran que era mi cumpleaƱos considerando que reciĆ©n lleguĆ© la semana anterior y me molestĆ© en hacer algo para celebrarlo. Son las pequeƱas cosas como estas las que hacen que las personas se sientan apreciadas. No necesitaba ningĆŗn regalo de cumpleaƱos, solo necesitaba sentirme como si estuviera entre amigos, y lo hice.

Algunos de los Ɖlderes de la Zona iban a bautizar el dĆ­a de mi cumpleaƱos y yo pude asistir y ser uno de los testigos (una de las personas que observa y se asegura de que el bautismo se realice correctamente). Me sentĆ­ valorado de que a mĆ­, el chico nuevo, me pidieran que participara. Nunca antes habĆ­a sido testigo. Y tambiĆ©n se me pidió que dirigiera el himno de apertura, "El Himno de Batalla de la RepĆŗblica" (no sĆ© por quĆ© eligieron ese himno). HabĆ­a visto al Ɖlder Howard dirigir los himnos casi todos los domingos en la reunión sacramental, asĆ­ que intentĆ© copiar lo que hizo. No era raro para nosotros cantar siempre los himnos Acapella porque no era comĆŗn que alguien supiera tocar el piano. Como consecuencia, los miembros del barrio tuvieron que hacer todo lo posible para saber cómo iba el himno: notas, tempo, etc. Los resultados fueron una mezcla "interesante" de voces de diferente tono pero con buenas intenciones. Muy diferente de Utah, donde muchos de nosotros crecimos cantando himnos en partes y donde muchos aprenden a tocar el piano cuando son jóvenes.


Las primeras impresiones duran para siempre. A veces es bueno no tomarse demasiado en serio y tomarse tiempo para divertirse. La misión no solo debe estar ocupado, sino divertido.

El mĆ­o no fue el Ćŗnico cumpleaƱos que celebramos, incluso durante mi estadĆ­a en RĆ­o Bravo. Creo que tenĆ­amos al menos 4 mĆ”s o menos. Y cada uno tenĆ­a pastel salpicado en la cara. A fines de noviembre, el Ɖlder Johnson celebró su cumpleaƱos. Al igual que su compaƱero y entrenador, el Ɖlder Stohel. Hubo un momento en el que celebramos en la cancha de baloncesto a las afueras de la capilla como una fiesta sorpresa. Vi al Ɖlder Adams luchar para colocar el pequeƱo pastel de chocolate, un pastel entre muchos, sobre la mesa y accidentalmente lo dejó caer en sus pantalones. Pocos de nosotros lo vimos cuando volvió a meterse en el baƱo de la capilla para lavarse. Creo que fue el pastel del Ɖlder López, y Ć©l no se enteró hasta que se lo dije un par de meses despuĆ©s.



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